14/11/07

Objeción de conciencia: un pésimo argumento

A propósito de la aplicación de multas a las farmacias por no tener la píldora del día después, los "dueños" de éstas y distintas personas (como Patricio Walker) han dicho que tal multa es inadmisible, pues las farmacias (o sus dueños) se niegan a vender el fármaco alegando una objeción de conciencia.

Me parece que el argumento es prácticamente impresentable. Primero, porque la conciencia es un juicio del entendimiento y también un hábito del mismo. Claro está que las empresas no tienen razón ni hábitos, por lo que mal podrían tener conciencia.

Pero yendo al fondo del asunto, parece que en realidad los "dueños" de las farmacias están alegando su propio derecho a la objeción de conciencia en cuanto personas naturales. Pero no podemos olvidar que el ser "dueño" de una Sociedad Anónima no significa que las decisiones que se toman en cuanto persona natural afecten la actividad de la misma. Por esto, es que los directores de una S.A responden ante la sociedad en cuanto tal, y velan por el interés de esta y no por el interés de los accionistas mayoritarios. Olvidan también estos señores que en nuestro sistema jurídico las acciones de S.A. son títulos mobiliarios que se ceden por la anotación en el Registro de Accionistas, de tal manera que la "propiedad sobre la sociedad" (expresión impropia, pero útil para estos efectos) se diluye en distintas personas que no se encuentran vinculadas a la administración de la sociedad más que por su participación en la Junta de Accionistas.

Se produce en definitiva un problema de imputación: ¿Quién es realmente el dueño de la farmacia? ¿El controlador? ¿Dónde queda la separación de patrimonios e incluso la ficción de personalidad de la sociedad si el credo o el pensamiento del accionista mayoritario incide en la conducción ordinaria de la sociedad?

Que quede claro, eso sí, que mi postura no es en favor de que la píldora sea vendida en las farmacias. Pero creo que el argumento de la objeción de conciencia es vergonzoso, más todavía si quienes en Chile alegan que la venta de la píldora violenta su conciencia, la venden sin problema alguno en Perú. ¿Será que ser conservador en Perú no es tan buen negocio?

Benedicto XVI fue claro: ningún farmacéutico está obligado a suministrar a su paciente medicamentos que se opongan a sus concepciones morales. Pero léase bien: farmacéuticos, no dueños de farmacias.

Si creemos que la píldora es atentatoria contra la vida, si creemos que es potencialmente inconstitucional e ilegal porque puede llegar a ser abortiva, vayamos a los tribunales y demos la pelea ahí. Pero no recurramos a medios excepcionales de resistencia civil, que permiten a la persona ponerse por sobre el imperativo de cumplir la ley en casos especialísimos y cuando no hay otro medio posible.

Por el contrario, si el Gobierno cree que es una política de salud pública necesaria que la píldora esté disponible en todas las farmacias, que no la incluya por medio de un decreto en un listado de remedios, evitando la deliberación democrática al respecto.

9/11/07

Estudiantes Democráticos y desalojo del gremialismo

Creo que a propósito de lo que han planteado los autodenominados "Estudiantes Democráticos" en nuestra Facultad acerca de la enseñanza de filosofía del derecho, derecho constitucional y economía en ella, este artículo de Fernando Muñoz resulta particularmente decidor.

Desalojo del gremialismo UC

6/11/07

Las Elecciones del CADe

El periodo electoral para el Centro de Alumnos fue muy movido y también molesto para muchas personas. Y esa molestia, muchas veces, es justificada. Los patios se llenan de afiches, todos iguales, que en vez de enfatizar ideas, muestran caras. Nuestros auxiliares son los que sufren el despilfarro. Además, los candidatos nos ponemos invasivos, le hablamos a gente con el sólo motivo de convencer o, aún peor, ganar votos, e incluso olvidamos el verdadero fin de toda esta actividad. Ojalá en los próximos años tomemos conciencia de los excesos absurdos en que se cae y tengamos campañas austeras y centradas en las ideas.

Pero las campañas electorales también tienen aspectos positivos. Así, es un punto de inflexión en la vida en la universidad de muchos de nosotros, en el que nos encontramos con gente que comparte nuestras inquietudes y que se sienten movidos por una voluntad firme de cambiar esta Facultad.

Las elecciones son también un momento en que la discusión sobre el rumbo que toma nuestra escuela de Derecho se vuelve más importante que nunca, y una instancia en la que muchos se sienten llamados a hacer algo al respecto. Eso es lo que pasó con nuestro proyecto. Mucha gente que ni siquiera nos conocía se sintió llamada a participar y se entusiasmó con nuestras ideas, con nuestra rabia frente al conformismo y la indiferencia, con nuestras ganas de que esta Facultad deje de ser tan monolítica y homogénea. También pudimos poner en duda y discutir las opiniones de quienes, escudados en caretas ideológicas ajenas a nuestro ámbito, impiden que se discutan los problemas de fondo de esta Facultad. O peor aún, esos que sin siquiera entender lo que proponíamos, lo criticaban a diestra y siniestra (por ejemplo, el concurso público de profesores).


Pero lo más importante, es que en las elecciones descubrimos que más de un tercio de esta Facultad no está conforme con lo que se ha hecho, cree que las cosas pueden ser mucho mejores y considera que la observación pasiva de las decisiones de las autoridades y la organización de asados no son el camino a seguir.


Gracias a ese 35% que se la jugó por nuestro proyecto y dijo “no queremos una Facultad conformista; no queremos una Facultad que defienda nominalmente principios sin ponerlos en práctica; lo que queremos es una Escuela que hagamos entre todos, que esté al servicio de la justicia y que crea en el pluralismo".