21/1/09

A favor del voto obligatorio

Señor Director:

En su columna del viernes 16, el señor David Gallagher afirma que los que están a favor del voto voluntario están "libres de paternalismo", con la obvia implicación de que la obligatoriedad legal del voto es una disposición paternalista. Esto es un error.

Hay paternalismo cuando la ley limita la libertad de un individuo para proteger a ese individuo de sus malas elecciones. Si votar fuera algo que va en el solo o primordial interés del ciudadano que vota, entonces efectivamente hacer obligatorio el voto sería paternalista. Pero éste no es el caso: todos los ciudadanos tenemos interés en la existencia de instituciones democráticas sólidas, y son esas instituciones las que necesitan, para su estabilidad, de la participación ciudadana. Cuando un ciudadano vota, lo que hace no es reconducible a la sola o primordial defensa de su interés particular: está contribuyendo a mantener instituciones que nos interesan a todos, incluso a él.

El ciudadano que no vota pero que se aprovecha de la existencia de instituciones (incluso imperfectamente) democráticas es lo que suele denominarse un free rider: alguien que no está dispuesto a hacer su contribución para mantener instituciones que nos interesan a todos, incluso a él. El caso paradigmático en que se justifica la coacción legal es precisamente el del free rider. Para decirlo con el (tosco) lenguaje hoy de moda, se trata de hacerlo "internalizar los costos" de su decisión.

Lo que realmente importa en la discusión sobre el voto obligatorio es si hay o no un interés público en que cada ciudadano vote, si el voto de cada uno es algo que nos interesa o no a todos. Los neoliberales deben responder negativamente. Lo inexplicable es que entre quienes alegan no serlo haya también quienes creen que se justifica responder negativamente.

Fernando Atria